Os propongo un plan.
Casi todos los domingos del año podéis encontrar un animado mercado de arte en la Plaza del Museo de Sevilla. En él se reúne un nutrido grupo de artistas de la provincia poniendo a nuestro alcance lo mejor de sus respectivos artes.
A pesar de la heterodoxa condición de estos creadores, es complicado sacudirse la marcada idiosincrasia de esta ciudad. A los motivos urbanos de la capital – ciertamente ineludibles – se les unen las arraigadas tradiciones y el – algo aparatoso – folklore hispalense. La Tauromaquia, la imaginería sevillana y algunos de los tradicionales emblemas de la ciudad se repetirán a lo largo de la visita. Probablemente demasiado.
De todos modos, mi recomendación va por otros fueros.
Junto a esas dominantes temáticas se erige una minoría que aún resiste el pesado rodillo de las corrientes artísticas imperantes: si tenéis algo de suerte, es posible que os topéis con un tipo especial que se deja caer por el lugar muy a menudo; un artista diferente, no sólo en este entorno específico, sino desde un punto de vista bastante más amplio. Si alguna vez disfrutáis de una de sus obras, sabréis a qué me refiero. Su nombre es Adolfo Arenas Alonso.
Aunque esta sección se centra en la ilustración, sería injusto no presentar a este autor sevillano desde un punto de vista multidisciplinar. Adolfo Arenas Alonso, además de un excepcional ilustrador, también es pintor, escultor, grafista y restaurador, pero como reza el nombre de esta sección, vamos a centrarnos en la primera de sus facetas mencionadas.
La temática de las ilustraciones de Arenas es otro de sus sellos característicos. Los decadentes personajes de sus dibujos evocan la distinción de quien fue y dejó de ser. La elegancia caduca de una aristocracia en pleno ocaso; un linaje quebradizo y vetusto como el marco que les rodea; una casta que, en su desnudez, estrecha lazos con su condición más terrenal.
La grotesca belleza de los dibujos del autor andaluz viene acompañada de un escrupuloso y excelso nivel de minuciosidad que deleitará a los amantes de los detalles, destacando la presencia en sus ilustraciones de históricas reproducciones pictóricas y escultóricas de gran calado en el imaginario colectivo.
El aspecto exageradamente estilizado y lánguido de las tristes figuras que salen de la imaginación de Adolfo Arenas, recuerdan a las alargadas formas que empleaba el renacentista Doménikos Theotokópoulos, ‘El Greco’, una más que probable referencia si tenemos en cuenta el guiño del siguiente cuadro:
En la era digital vuelve a triunfar la técnica tradicional. Pocos son los privilegiados que pueden darle mayor lustre al lápiz y el papel que este captador de esencias al que Sevilla le viene quedando pequeña desde hace demasiado tiempo. Sevillanos, buscadlo y disfrutadlo mientras podáis.
Información Bitacoras.com
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Renacimiento y recuerdo de unos momentos en que plasmas tu arte…,sigue asi…salvador de conil.
Estupendo artista! Mil felicidades! El mundo debiera conocerte mejor.
Alicia
Estupendo artista! Mil felicidades! El mundo debiera conocerte mejor.
Alicia
Fantástico 👏👏
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