Matt Stevens estudió Diseño Gráfico e ilustración en la Universidad de Carolina del Norte, en Charlotte, entre 1989 y 1993. Desde 1994 a 2012 se centró profesionalmente en su faceta de diseñador trabajando por cuenta ajena para diversos estudios, agencias de comunicación e incluso un breve paso por Facebook.
Si vives en Sevilla, su idiosincrasia te puede marcar para bien o para mal, pero es inevitable que te deje poso. Si creces en Sevilla, puedes abrazar o repudiar su folclore y sus fiestas, pero nunca ignorarlas. Mirar para otro lado es una posibilidad que no se contempla. La ciudad no te lo va a permitir.
Es posible que, desde fuera, esta cultura oficialista que gira alrededor de las fiestas de la primavera de la ciudad se vea como una caricatura exaltada de la realidad, pero es probable que los propios sevillanos (de nacimiento o, como yo, de adopción) hayamos contribuido a la exageración, ya sea por la alabanza o por la crítica. Da igual.
Sevilla no deja indiferente, sobre todo a sus conciudadanos. Ricardo Garrido y su trabajo es un buen ejemplo de ello.
Jakub Różalski (1981) es un artista conceptual e ilustrador polaco que, tras algo más de 10 años como profesional gráfico y gracias a su imaginación y talento, ha podido trabajar en ámbitos tan relevantes y variados como el cine, los videojuegos o incluso los juegos de mesa.
A pesar de estar graduado en la escuela de artes aplicadas de Poznań (Polonia), nunca ha escondido que su verdadero aprendizaje ha sido autodidacta, inspirándose en artistas que le motivaban y apoyándose en algunos de los elementos básicos para el dibujo: el lienzo y el papel. Con el tiempo y por puro pragmatismo, la tableta gráfica ha ido desplazando a las herramientas tradicionales que había utilizado en sus inicios. Sigue leyendo
En el apartado de información del perfil de Facebook de Simon Stålenhag reza una escueta y certera definición de su trabajo: “Swedish sci-fi artist Simon Stålenhag paints ordinary people in strange surroundings”. Una buena piedra de toque por la que empezar.
Stålenhag es un músico ocasional, desarrollador de videojuegos -estudió en la academia Future Games de Estocolmo– y, sobre todo, un ilustrador con un nivel de producción que roza la compulsión. Digo bien ilustrador: su herramienta principal de trabajo es una tableta Wacom con la que emula el efecto del óleo o de la pintura acrílica.
El grueso de su obra gira en torno a tres elementos fundamentales: los paisajes naturales suecos, la década de los 80 y la tecnología futurista –predominando los mechas-. Juntos, revueltos y combinados, componen un universo retrofuturista en continua expansión que brilla por su altísima calidad.
En Abril del año pasado, me topé con un artículo en eldiario.es sobre ‘Círculo Interno’, de Noel Ceballos y John Tones, uno de los proyectos cinematográficos low-cost pertenecientes a #littlesecretfilm, iniciativa del canal Calle 13 cuyos resultados terminaron siendo bastante más discretos de lo que cabía esperar -rodar en tiempo récord con un limitadísimo presupuesto no da para muchas alegrías-.
Dicho artículo discurría entre influencias e ilustres colaboraciones del film, ayudando a entender mejor el desarrollo y los entresijos del proyecto.
Mientras leía, una ilustración me obligó a frenar en seco. Un dibujo a bolígrafo difícil de olvidar. Rubén Garzas era su autor y, casi por inercia, me dispuse a rastrear su trabajo por la red.
Os propongo un plan.
Casi todos los domingos del año podéis encontrar un animado mercado de arte en la Plaza del Museo de Sevilla. En él se reúne un nutrido grupo de artistas de la provincia poniendo a nuestro alcance lo mejor de sus respectivos artes.
A pesar de la heterodoxa condición de estos creadores, es complicado sacudirse la marcada idiosincrasia de esta ciudad. A los motivos urbanos de la capital – ciertamente ineludibles – se les unen las arraigadas tradiciones y el – algo aparatoso – folklore hispalense. La Tauromaquia, la imaginería sevillana y algunos de los tradicionales emblemas de la ciudad se repetirán a lo largo de la visita. Probablemente demasiado.
De todos modos, mi recomendación va por otros fueros.
Junto a esas dominantes temáticas se erige una minoría que aún resiste el pesado rodillo de las corrientes artísticas imperantes: si tenéis algo de suerte, es posible que os topéis con un tipo especial que se deja caer por el lugar muy a menudo; un artista diferente, no sólo en este entorno específico, sino desde un punto de vista bastante más amplio. Si alguna vez disfrutáis de una de sus obras, sabréis a qué me refiero. Su nombre es Adolfo Arenas Alonso.
Hoy traemos otro gran descubrimiento personal de 2013. Julian Callos es un joven ilustrador de origen filipino afincado en Los Ángeles, cuya vocación se vio forjada gracias a los dibujos animados de los que disfrutó en su niñez. En 2009 se graduó con honores en Communication Arts en su vertiente de Ilustración, en el marco de la veterana Otis College of Art and Design, probablemente la escuela de arte más importante de California.
El arte de Julian Callos tiene dos vertientes bien marcadas:
Victo (abreviatura de Victoria) Nagai es una ilustradora de Hong Kong afincada en Nueva York con un amplio bagaje profesional, a pesar de sus 25 años. Graduada en la Escuela de Diseño de Rhode Island, su principal sello distintivo viene marcado por su influencia más determinante: las artes asiáticas en general y los grabados japoneses sobre madera en particular.
Resulta una obviedad hablar de las bondades de la red a la hora de facilitar el acceso a la obra de nuevos autores, que de otro modo, sería casi imposible de disfrutar, ya sea porque su trabajo permanece inédito o porque desarrollan su trabajo en la otra punta del mundo. En Internet, el autor estrecha lazos con su público, elimina intermediarios y derriba multitud de barreras que antes eran insalvables. La primera consecuencia es el inevitable avance hacia la democratización del medio cultural. La segunda, la masificación.
A pesar de las cantidades ingentes de ilustradores que transitan por todos los rincones de la red, soy de los que piensan que el talento y la singularidad – tarde o temprano – terminan por otorgar notoriedad a aquellos que convierten la constancia y el trabajo en su segunda seña de identidad, justo por detrás del estilo. Esta necesaria condición debe ir acompañada de un concepto manido, injusto e imposible de medir llamado suerte.
Precisamente el azar fue el que propició el descubrimiento del ilustrador que hoy abordamos. Un Tweet del – excepcional – autor de cómics David Rubín sirvió para darme de bruces con las alucinantes ilustraciones de Shotaro Uetsuji.
«Hola a todos, me llamo Andrés Lozano y quería enseñaros mi trabajo de ilustración y preguntaros vuestra opinión/pediros consejo, tengo 20 años y estoy estudiando diseño […] ¿Creéis que tengo nivel para meterme en esto de la ilustración a nivel profesional?».
Este extracto pertenece a un texto publicado en ‘Domestika.org‘ hará unos 6 meses. El responsable del mismo era un ilustrador, diseñador y animador madrileño, que aprovechaba el feedback y la inmediatez de la red para poner en perspectiva su obra, a través de la opinión de los internautas. Después de echar un vistazo a sus ilustraciones, no era difícil concluir que, detrás de esa capa de humildad y juventud, había un sobresaliente ilustrador.
Aburrimiento Vital 