Si vives en Sevilla, su idiosincrasia te puede marcar para bien o para mal, pero es inevitable que te deje poso. Si creces en Sevilla, puedes abrazar o repudiar su folclore y sus fiestas, pero nunca ignorarlas. Mirar para otro lado es una posibilidad que no se contempla. La ciudad no te lo va a permitir.
Es posible que, desde fuera, esta cultura oficialista que gira alrededor de las fiestas de la primavera de la ciudad se vea como una caricatura exaltada de la realidad, pero es probable que los propios sevillanos (de nacimiento o, como yo, de adopción) hayamos contribuido a la exageración, ya sea por la alabanza o por la crítica. Da igual.
Sevilla no deja indiferente, sobre todo a sus conciudadanos. Ricardo Garrido y su trabajo es un buen ejemplo de ello.
Ricardo Garrido es un artista sevillano que no solo no rehuye esa dicotomía, sino que toma partido del modo más ácido y crítico posible, y lo hace como mejor sabe: dibujando.
Este trianero autodidacta sitúa su admiración e influencias entre Vázquez, Ibáñez, Horacio Altuna y el bueno de Jean Giraud, mientras que las temáticas predominantes de su obra abogan por una colisión frontal entre el folclore sevillano y la cultura popular. No hay nadie que refleje la realidad sevillana de un modo tan gráfico. De la portentosa zurda de Ricardo Garrido sale una Sevilla grotesca, barroca y sucia, un reflejo mordaz y deliberadamente exagerado que se ríe con desdén de la ciudad y sus tópicos.
Si queremos encontrar algo de su trabajo publicado, tenemos que acudir a la revista sevillana ‘Teveo’, comandada por Rafael Iglesias. De espíritu satírico y anticapitalista, esta publicación cuenta con la colaboración de Ricardo Garrido como portadista desde 2018.
Precisamente es en ‘Teveo’ donde Garrido comienza a tantear el cómic como medio de expresión, llevando al límite su estilo irreverente con resultados increíbles. Dentro de sus “Pesadillas de un capillita” os dejo un ilustre ejemplo de lo que es capaz de hacer:
Si queréis saber más, pichad aquí.
Aburrimiento Vital 