Yo, Precario, de Javier López Menacho

«Perteneces a ese mismo sistema que criticas«. Esa fue la sentenciosa frase – palabra arriba, palabra abajo – que aquel hombre espetó a Javier López Menacho en la presentación sevillana de Yo, precario. No había ningún atisbo de rubor en la afirmación. Estábamos en el turno de preguntas, pero la dinámica cobraba vida propia tirando por otros derroteros. No había preguntas propiamente dichas; la gente que decidía intervenir lanzaba una disertación al aire, con más o menos tino, intentando generar algún tipo de debate o reflexión. Hasta que llegó la fatídica frase.

Las palabras de Javier López Menacho durante la presentación rezumaban honestidad y optimismo, precisamente en la línea de Yo, precario. No hay trampa ni cartón. Al parecer, el único pecado de Javier fue ser demasiado idealista. En un momento de la charla, explicaba como fantaseaba con la posibilidad de que alguno de los poderosos responsables de la situación actual – ya fuera banquero, empresario, o político – leyera el libro y que de algún modo le hiciera mella. Que algo de daño les fuera devuelto, por muy insignificante que pudiera llegar a ser.

«Perteneces a ese mismo sistema que criticas«, espetó aquel hombre. A esos millonarios sin escrúpulos no sólo ni les rozaban las palabras de Javier López Menacho, sino que se estaban enriqueciendo con ellas. Detrás de las editoriales siempre está el poder, que bien sabe hacer negocio, aún a costa de las críticas a su propio gremio. Este, a grandes rasgos, fue el manifiesto del crítico espontáneo.

Dejando a un lado estos asuntos conspiranoicos alrededor de una pequeña editorial independiente como Los libros del lince, el ataque fue una oda a la gratuidad.

Mientras que el sujeto hacía ese reproche, no pude evitar fijarme en como Javier López Menacho aguantaba pacientemente las embestidas, para luego responder con total serenidad. Consciente de la crítica, no perdió un ápice de estoicismo y dignidad. Esa actitud fue el último empujón que necesité para hacerme con una copia de su libro.

Yo, precario - cubierta

Ilustración de Miguel Brieva para la cubierta de «Yo, Precario».

Yo, precario define su razón de ser en un significativo párrafo:

«Tengo casi treinta años y siento que me han robado la esencia. Tiene que ver con el trabajo. En algún momento interioricé que sólo es hombre quien trabaja y puede hacerse cargo de sí mismo. Yo no tengo trabajo estable y ni siquiera he aprendido a cuidar de mí. Mi único activo es no poseer nada. No tengo hipoteca, no tengo familiares a mi cargo, no tengo coche, no tengo piso, no tengo trabajo».

Javier López Menacho nos relata sus difíciles y, en muchos casos, atípicas experiencias laborales desde su llegada a la Ciudad Condal. Cuando la cuenta bancaria tirita, el alquiler demanda y la necesidad aprieta, los extraños peajes se van sucediendo sin parar. Es un amargo canto generacional que comienza a definir la realidad que entre todos hemos elegido sufrir.

¿Podemos conservar la dignidad e integridad en un trabajo precario? Es complicado sentar cátedra alrededor de esta cuestión, sobre todo cuando hablamos de conceptos tan sobados e instrumentalizados que prácticamente han diluido sus orígenes etimológicos. Javier López Menacho responde sin contemplaciones a la cuestión en Yo, precario. Se puede salir adelante sin desdecirte, se puede sobrevivir sin traicionarte, se puede poner freno cuando tus límites vayan a ser rebasados, se puede ser digno e íntegro en esta ruta por el desierto en la que se ha convertido el mercado laboral en España, pero cada vez tenemos menos opciones para serlo y el tiempo corre en nuestra contra.

Yo, precario transcurre a lo largo de varios trabajos temporales que Javier López Menacho se vio obligado a desempeñar en Barcelona: mascota para una marca de chocolatinas, auditor de máquinas de tabaco, promotor callejero de telefonía y speaker de la selección española en unos multicines. Las crónicas y reflexiones de este dispar tránsito hacia la incertidumbre, son la indeleble huella del momento que vivimos. Un testimonio que utiliza el humor, la introspección y la propia humanidad del autor para alcanzar a un lector, que probablemente no necesitará demasiados estímulos para empatizar con la narración.

Yo, precario es una historia de perdedores que no se resignan a serlo, el fiel reflejo de un mundo que ha dejado de ser una mascarada. Un mundo donde los poderosos ya juegan con la mano descubierta. Quizá vaya siendo el momento de romper la baraja.

Un pensamiento en “Yo, Precario, de Javier López Menacho

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