*Entrevista realizada durante el verano de 2021.
En Europa, alejándonos quizá de Francia y Bélgica, el principal trazo que caracteriza a la industria del cómic no obedece a una cuestión de percepciones u opiniones. Existe un valor objetivo que se eleva como el rasgo más determinante de este famélico sector: la precariedad. Una corrosiva carga para un medio al que le cuesta sangre, sudor y lágrimas encontrar nuevos talentos que estén dispuestos a aceptar el enorme sacrificio de sacar adelante un cómic a cambio de muy poco.
Desgraciadamente, se trata de algo coyuntural. Will Eisner y Frank Miller daban una ilustrativa perspectiva cronológica en el imprescindible diálogo orquestado por Charles Bronwstein entre los dos genios (EISNER/MILLER, Norma Editorial, 2006). Eisner decía: «En 1942, todo el mundo de la industria del cómic trabajaba en esto únicamente porque era una manera de ganarse la vida.» Frank Miller sentenciaba: «Los de mi generación hacían cómics a pesar de que no era una manera de ganarse la vida.»
En nuestro país, casi ningún autor vive del cómic que se produce, edita y publica aquí. Se pueden contar con los dedos de las manos a aquellos privilegiados que lo han conseguido. Demasiados se han quedado por el camino. Para los más tenaces, el destino puede ser poco alentador: dar con tus huesos en mercados foráneos, engullidos por mastodónticos sellos editoriales, para acabar dependiendo de un puñado de páginas mensuales de encargo y guiones producidos a escala industrial. Talento vertido por el sumidero.
Entre divulgadores y periodistas culturales no ayudan a poner el foco en el verdadero problema. Unos días antes de ponerme a escribir este texto, Irra (aka de Israel Gómez Ferreira) me pidió que le definiera el mundillo del cómic en España en pocas palabras, entendiendo el mismo como el conjunto de autores, editores, libreros, divulgadores y aficionados que lo conforma. No respondí de inmediato. Después de reflexionar, la inspiración me golpeó: “un club cerrado de prescriptores” le dije. Desconfiad de los titulares eufóricos sobre el medio. Si nos los tomáramos en serio, correríamos el riesgo de aceptar que estamos viviendo una edad de oro del cómic cada 15 días.
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