“En España hay una gran ebullición de artistas y autores y es apasionante ser testigo. La industria nacional es otra historia. Nos faltan lectores que la pongan en marcha y conseguir así que los autores puedan vivir haciendo cómics.” Natacha Bustos.
En teoría, la coincidencia en el tiempo de un buen momento creativo y un nutrido público lector, deberían formar el binomio perfecto para que la industria del cómic fuera industria. En España, cuando estas condiciones se han dado, la proliferación de revistas se ha erigido como una de los síntomas saludables de este sector abonado a la enfermedad crónica.
Entre 1977 y 1982 el cómic para adultos vivió -posiblemente- el mejor momento que ha conocido dentro de nuestras fronteras. Nunca se han vuelto a editar tantas y tan buenas revistas. En este periodo aparecieron las archiconocidas El Jueves, Tótem, 1984, El Víbora, Cairo, Cimoc, Makoki o la edición española de Creepy y Metal Hurlant. Otras muchas surgieron, aunque menos agraciadas que sus hermanas mayores: Vértigo, Bumerang, Sargento Kirk, Bésame mucho… Desgraciadamente, no es una situación que tuvo continuidad en los años siguientes, por lo que la mayor parte de los mimbres se perdieron por el camino.